miércoles, 14 de enero de 2015

La competencia tiene valor en sí misma


Patricio Delgado P.*



En una lectura rápida de las Bases Curriculares de la Educación Física (2013), de primero a sexto básico, me detuve en un punto que en una distraída lectura anterior no había reparado. Sin embargo, ahora con una lectura más intencionada, aparece casi como una bofetada en la cara, por la violencia (desde mi perspectiva) que subyace en esa afirmación. El párrafo que menciono se puede leer en la Introducción de las B.C., en el punto subtitulado como: Iniciación Deportiva; página 163. Destaco en negrita aquello que considero más fuerte dentro del párrafo.

“Los estudiantes (desde quinto básico) deben aprender que la competencia tiene valor en sí misma, que involucra una serie de beneficios, independientemente de los ganadores o perdedores. Por ejemplo, en la competencia deportiva se potencian valores como el traba-jo en equipo, la solidaridad, la perseverancia, el esfuerzo y el trabajo en torno a metas específicas. (163)”.

Tengo mis dudas, ¿La competencia tiene valor en sí misma? Entiendo que la esencia de la competencia es ganar, si alguien gana, alguien pierde. Es una guerra que necesita ser controlada porque en la confrontación ambos rivales quieren ganar, no existe otra alternativa. La competencia se relaciona con la conquista no con la colaboración. ¿Qué valores pueden manifestarse ahí?

Veamos que sostienen al respecto dos estudiosos sobre el tema:

Maturana (1977): “La sana competencia no existe. La competencia es un fenómeno cultural y humano no constitutivo de lo biológico. Como fenómeno humano la competencia se constituye en la negación del otro,… la victoria de uno surge de la derrota del otro…”

Si aceptamos lo fundamentado por don Humberto Maturana, podríamos afirmar que ninguno de los valores que se señalan en las Bases Curriculares, como propios de la competencia, están en ella. Entonces, ¿Dónde los encontramos? Estos valores surgen solamente desde el accionar del profesor o profesora. Únicamente ellos, con su intención, sus metodologías, su compromiso y su actitud amo-rosa, pueden impregnar o “sanear”, la competencia.

Contreras Jordán y García López (2011), señalan, “Los juegos y los deportes, como contenidos de la Educación Física, por sí so-los no constituyen elementos de mejora del comportamiento de los jóvenes, sino que, muy al contrario, es la acción intencional del profesorado la que puede provocar dicho cambio”

Y precisan aún más esta afirmación, con un argumento simple y por lo mismo, muy evidente.

“El deporte no educa por sí mismo, ya que si eso fuera así, bastaría poner a practicar a niños y adolescente de todo el mundo deporte, para que viviéramos en una utopía”.
Considero desorientador que las B.C. contengan una afirmación de este tipo y además señale que “los estudiantes así lo deben aprender”. Lo bueno es que se refiere sólo a los estudiantes, no a las estudiantes.

Sobre todo en educación, debemos tener cuidado con las palabras, Maturana dice,… “las palabras no son inocuas y no da lo mismo que usemos una u otra en una situación determinada.” Otorgar a la competencia, valores esenciales, al menos en educación, me parece no ser una afirmación que pueda obtener un respaldo argumentativo muy sólido. Desde la educación física, la competencia, podríamos considerarla, únicamente, como una herramienta, una instancia y un espacio que nos ofrece la oportunidad para mostrar y trabajar los valores sociales que se estiman necesarios para la convivencia en la paz.

Pero, este espacio no se produce porque en la competencia estén impregnado los valores que se
sugieren, sino porque precisamente, siendo más alta la probabilidad de encontrar en ella, la expresión de comportamientos contrapuestos a estos valores, la que la transforma en terreno apto para el cultivo de los mismos, (pido disculpa por la analogía), igual como emerge desde el fango, las raíces del loto para regalar su flor.

Y esta es la tarea del o de la docente de Educación Física, que la esencia separativa que posee la competencia, se transforme en el nutriente óptimo para el florecer de los valores que esta no posee y equivocadamente se le otorga.

Finalmente, cito a Terry Orlick, “La cooperación está directamente relacionada con la comunicación, la cohesión, la confianza y el desarrollo de las destrezas para una interacción social positiva”.

BIBLIOGRAFÍA:
Maturana, H. (1977). Emociones y lenguaje en educación y política. Chile:.
Dolmen. Orlick, T. (2001). Juegos y deportes cooperativos. España: Popular
MINEDUC. (2013). Bases Curriculares de Educación Física. 2013, de MINEDUC Sitio web: www.curriculumenlineamineduc.cl/605/w3-propertyname-550.html
Contreras, O.. (2011). Didáctica de la Educación Física. España: Sintesis.


*Profesor Ped. en Educación Física

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