jueves, 27 de noviembre de 2014

Ignorancia-prejuicios, lenguaje y Naturopatía




Cristina Valdivia L.*


Hace un mes fui al dentista: un conocido de mi madre con el que acostumbro a atenderme. Después de más de media hora de sufrimiento y con mi lado izquierdo lleno de anestesia, me señaló que me fuera a casa a reposar, sin embargo, intentando hablar de manera entendible con un algodón en la boca, le mencioné que debía ir a clases. Ante eso, me preguntó: “¿Qué estás estudiando?”. Le respondí: “Naturopatía”. Me puso la cara que muchos ponen frente a esa palabra de once letras y me dijo: “¿Qué es eso?”. Someramente, le señalé que se trataba de medicina natural, complementaria, con asignaturas como Flores de Bach, Homeopatía, Nutrición, entre otras, respuesta que pareció dejarlo conforme en su ignorancia inicial.

Hace dos semanas, mi madre fue donde su conocido dentista, quien le señaló muy suelto de cuerpo: “¡Así que tu hija está estudiando para bruja!”… Creo que no necesito explicar cómo me sentí.

Sé que la realidad está hecha de lenguaje. Todo es lenguaje y lo que no se nombra no existe. Recuerdo cómo mencionamos esto en una representación que hicimos con mis compañeras y compañeros el semestre pasado, aludiendo a que el término Naturopatía ni siquiera aparece en el Diccionario de la Real Academia Española… pero, esto, poco a poco está cambiando.

Hace algunas semanas atrás me enteré de que la Real Academia Española entregó el “bruto” de la próxima edición de su Diccionario. La maravillosa noticia es que, en esta futura edición, se ha incorporado el término “naturópata”, el cual ni siquiera el corrector del Word con el que escribo estas líneas me lo reconoce.

Cómo no estar contenta con este hecho, si para la gran mayoría de las personas el término “Naturopatía” es desconocido (yo no sabía de qué se trataba hasta el año pasado, cuando terminando de leer un libro de una conocida vegana española, descubrí qué era ser naturópata). Sin saber bien si la definición que integrará la RAE será adecuada, por fin, muchas personas podrán tener un primer acercamiento a lo que significa ser naturópata.

Hay mucho desconocimiento en torno a esta temática: algunos, como el caballero dentista, creen que tiene que ver con brujería; otros, que algo pueden saber al respecto, la miran en menos, comparándola siempre con la medicina convencional alópata y menospreciándola; sin embargo, no debemos olvidar a muchos que sí saben del tema e intentan practicarla, a pesar de los obstáculos que nos pone la realidad postmoderna para llevar una vida más sana.

Es por ello la gran importancia de esta integración idiomática. No es posible que personas destacadas que hicieron grandes aportes a la medicina natural como Manuel Lezaeta Acharán, Samuel Hahnemann, Claude Bernard o Sebastian Kneipp sean olvidados. Tampoco puede ser que se menosprecie esta área del conocimiento humano, simplemente por ignorancia, y se crea que tiene que ver con magia o fe. Actualmente, la carrera de Naturopatía que estoy cursando cuenta con
asignaturas como Biología Celular, Anatomía, Fisiología, Patología, Semiología (clínica), Epidemiología, Nutrición, Psicología, Farmacología comparada, entre otras importantes disciplinas, además de las más cercanas a la Naturopatía. ¿Realmente me estoy formando para volar sobre una escoba bajo la luna llena?

Sé que queda mucho por hacer. Recién estamos empezando. Los actuales y los futuros naturópatas tendremos que sortear duros obstáculos para posicionarnos en un contexto que se nos reconozca, se nos respete y se confíe en nosotros. También eso depende de nosotros, de nuestra constante e interminable preparación, de nuestro profesionalismo y de la entrega con que hagamos nuestro trabajo. No podemos dejarle todo a la RAE. Si queremos que la Naturopatía exista y tenga un buen vivir, dependerá, en gran parte, de quienes la ejerzamos.


*Profesora de Castellano, PUC
Licenciada en Literatura, U. de Chile
Magíster en Literatura, U. de Chile
Profesora Facultad de Educación

No hay comentarios:

Publicar un comentario