lunes, 1 de diciembre de 2014

El escritor del whisky escocés (II)







Mario Cárdenas*

2

El cantinero se sacó su ropa de trabajo para entregársela a su compañero que venía llegando. Pese a que era viernes, no había tantos clientes como de costumbre por la lluvia, pensaba el cantinero. Como fuese, tan pronto como se sacó el delantal con el logotipo del bar para ponerse su chaqueta de cuero, se dio cuenta que un hombre venía entrando por la puerta. Aquel hombre llevaba puesta una gabardina de cuero por encima de un terno de color negro, era alto y tenía el pelo castaño. Miraba al suelo con una expresión de melancolía. El cantinero esperó a que mirara hacia el frente para ver su cara, ya que le parecía familiar. El hombre miró hacia la barra como si estuviera mirando algo que no estaba allí. Pese a esto se acercó a la barra.

-Dame un whisky- dijo casi susurrando con voz grave.- Escocés con hielo.

El cantinero lo reconoció: era el escritor. Una extraña emoción lo inundó cuando recordó esa tarde de hace 2 años. Pensó en varias formas de acercarse al escritor para saludarlo, optando por acercarse a la barra y sentarse al lado de él para pedir lo mismo.

-Que sean 2, él paga- Dijo el cantinero mientras se sentaba al lado del escritor.

El escritor lo miró con extrañeza un momento, pero su cara se transformó al cabo de unos segundos. Miró al otro cantinero y le asintió para confirmar el pedido.

-Había olvidado que me tocaba invitar los tragos- Dijo el escritor sonriendo levemente.

-Y al parecer también olvidó volver a este lugar- Respondió el cantinero mientras les servían sus tragos.

Ambos levantaron brevemente sus vasos para brindar.

-¿Y qué lo trae por aquí?- Preguntó el cantinero.

-Primero que todo, dejemos las formalidades, puedes “tutearme”- dijo el escritor con un ligero tono de desafío- ¿Recuerdas que te dije que conocí a una chica hace 2 años?

-Sí.

-Nos conocimos mejor y tuvimos una relación de 2 años.

-¿Y qué sucedió?

-Estaba seguro de que la amaba, no sé si como la mujer de mi vida, pero no había sentido antes lo que sentía por ella. Pero no era mutuo.

El escritor se bebió todo el contenido de su vaso, mientras que el cantinero solo bebió un pequeño sorbo.

-La vi con otro hombre entrando a un motel.


-¿Y tiene pruebas de que le fue infiel?


-No hacen falta. La he seguido estos días y la vi besándose con otro infeliz, esperé afuera del motel por 3 horas, pero no me sentí capaz de plantarle cara. Vine directo hasta este bar.

El cantinero miró a la barra con expresión de lamento.

-Al menos mi novela ganó algo de dinero. Puedo venir a beber cuando quiera. -Lamentó el escritor-

He visto como terminan los que tienen esa idea y no se lo recomiendo- Respondió el cantinero.

El escritor miró con algo de duda al tabernero.

-¿Y tiene una mejor idea?- Preguntó el escritor.

El cantinero comenzó a mirar las paredes del bar. Mientras lo hacía comenzaba a pensar en que seguían siendo del mismo color verde musgo, seguían teniendo las mismas mesas, la misma decoración. El único cambio era que ahora tenían un escenario para que una banda de unas 4 personas tocara los fines de semana.

-Bueno, usted es un escritor. Supongo que si tiene dinero ha escrito algo bueno, y por ende, debe tener talento- dijo el cantinero con tono de indiferencia

El escritor asintió mientras acercaba el vaso al cantinero de turno para que le sirvieran más whisky.

-¿Vas a decirme que escriba algo para desahogarme?

-Sí. Después de todo, las mejores obras de un autor, ya sea un músico, un pintor o un escritor, vienen después de un mal periodo de su vida. No estaría mal que lo aprovecharas.

El cantinero de turno llenó los vasos de ambos clientes. El escritor no tardó en comenzar a beber más licor.

-Una vez lo intenté, y ese relato terminó alimentando una fogata- dijo el escritor, acompañando un suspiro.

El cantinero sonrió levemente.

-He oído sobre aquel problema del escritor, aunque la verdad es que no lo entiendo, pues tienen talento para escribir. Después de todo, por eso son escritores- dijo el cantinero mientras miraba su vaso.

-Te lo pondré de esta forma- dijo el escritor con cierta molestia El escritor dejó ver su molestia.

-Supón que has creado un trago con los licores que más odias. Al terminar lo pruebas y resulta ser peor que tragar ácido sulfúrico, pero un cliente llega, lo prueba y le encanta. ¿Soportarías que alguien beba esa asquerosidad?- dijo el escritor moviendo las manos.

El cantinero lo miró admitiendo su derrota.

-Lo quemaría- dijo el cantinero mirando su vaso.

El escritor asintió y le acercó el vaso al cantinero de turno para pedir más alcohol. Una vez que su vaso estaba lleno, se lo bebió todo de un solo trago.

-Aunque no pierdo nada en intentarlo.- Dijo el escritor mientras se llevaba una mano a la cara.

El cantinero suspiró mientras tomaba su vaso de whisky. Se tomó el tiempo para olerlo, mezclarlo con el agua de los hielos y solo después de eso, beberlo.

-Me iré antes de que haga más frío. Volveré cuando termine la novela.- dijo el escritor levantándose de la barra.

El escritor se fue antes de que el cantinero pudiera despedirse. No se molestaría en buscarlo:
le parecía interesante que se perdiera en la ciudad.



*Estudiante de Ped. en Inglés

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